Cuando emprendemos, llega un momento donde parece atractivo tocar las puertas de un inversor, para impulsar el negocio y además obtener una buena recompensa por nuestras horas de arduo trabajo, y nuestra gran visión de empresa. Así las cosas, preparamos una propuesta de inversión, en la cual una parte de dinero irá directamente a la empresa para acelerar el proyecto (Cash In), y otra parte, merecidamente, irá como ingreso al bolsillo del emprendedor (Cash Out). Al final, si el inversor va a multiplicar su dinero por 10X, pues es más que justo que el emprendedor saque un beneficio temprano de todo esto, pues hasta ahora, es quien más ha trabajado y arriesgado en todo el proceso.
Y todo comienza a ir bien, se despierta el interés en las rondas de inversión, y nadie se escandaliza cuando se menciona un Cash Out en la propuesta.
¿Pero qué pasa realmente por la cabeza del inversor? Inicialmente no se rechaza de plano una propuesta donde la idea y el equipo de trabajo hagan match con la tesis de inversión, solamente porque no se esté de acuerdo con una propuesta inicial de los términos de inversión. Así las cosas, es viable continuar las conversaciones y conocer más de la oportunidad, para luego hacer una propuesta en sus propios términos. Lo que sí comienza a ocurrir, es que se forma una idea de que al emprendedor le falta experiencia en este tipo de tratos, que a los mejor no tiene claro la verdadera necesidad del negocio, o que tal vez ha visto muchas series o episodios de Shrak Tank. Sin embargo, esa valoración de su esfuerzo, también es un síntoma de que valora su idea y su trabajo, así que lo mejor será seguir avanzando, pues los términos de la inversión son algo que tarde temprano tendrá que aterrizar.
Al final, el proceso avanza, y en la medida que el Cash Out siga siendo parte de la conversación, se irá debilitando la posición del emprendedor, hasta el punto que puede llegar a convertirse en una bandera roja que aborte la negociación. Si un emprendedor quiere el dinero de manera tan vehemente, es porqué: o no cree lo suficientemente al proyecto y quiere reducir su riesgo antes de comprometerse a esperar más tiempo para generar sus beneficios, o tal vez quiere demostrar que es un gran visionario capaz de emprender y volverse rico, para repetir el ciclo nuevamente. Si el proyecto es tan interesante como se plantea en las proyecciones, ¿porque un emprendedor va a querer monetizarlo ahora, cuando en unos años esa participación puede valer 10X? No es coherente, y no hay nada que más contraríe un inversionista, que la falta de coherencia.
El inversionista no quiere quedarse con el negocio, quiere participar del él y acelerarlo para que al final genere valor para todos, incluyendo los emprendedores y cualquier otro inversionista posterior que entre a aportar para seguir acelerando esa generación de valor del emprendimiento.
Pero hay salidas, si un emprendedor quiere recompensar su trabajo o inversión inicial, lo cual es totalmente válido, puede acordar un salario que empiece por cubrir sus gastos, y luego se incremente a través de una remuneración variable por cumplimiento de metas. Mas adelante podría establecer una remuneración fija mas acorde al mercado laboral, e incluso establecer bonificaciones, primas o dividendos preferenciales cuando el negocio lo permita sin comprometer su crecimiento.
Estas propuestas son mucho mas razonables, al fin y al cabo, todos queremos obtener los beneficios, pero éstos deben generarse desde el proyecto, no desde el inversionista. El rol de la inversión es acelerar y viabilizar un plan de negocios, que más adelante permita remunerar a todos los stakeholders de la mejor manera posible. No puede ser que quede mejor invertido el dinero en un Cash Out, que en el impulso de una buena idea.
JOSE DAVID ESCOBAR P
CFO | Inversionista Ángel | Banca de Inversión | Mentor Cube Ventures
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